Se entiende como prepotencia todo acto que realiza una persona que busca “imponer” su autoridad, cree sentirse superior a los demás y busca demostrar que tiene poderío.
El prepotente es soberbio, arrogante, grosero, déspota, sobrevalorado. Dice ser el principio y el fin de todas las cosas, mira a todos con desprecio y busca imponerse por la fuerza. Siempre quiere demostrar que él manda y todos deben someterse a su voluntad. El prepotente es inseguro debido a sus marcadas carencias personales. El miedo como mecanismo de defensa siempre le acompaña, sus propias limitaciones lo delatan.
Es insaciable, tiene la obsesión de dominar todo y a todos, confunde y abusa de los más débiles para que guarden silencio a cambio de dádivas, favores o acoso permanente.Las personas seguras de sí mismas reconocen sus equivocaciones y dificultades, tienen la capacidad de autocriticarse para corregir sus errores, respetan a los demás, son maduras y equilibradas, disfrutan de la vida, no reniegan de ella y jamás se sienten superiores ni superdotados.
El prepotente no entiende qué es el diálogo ni la autocrítica. Su equilibrio psicosocial está limitado, se cree perfecto y poderoso, sus errores y desaciertos transfieren a otras personas, sus rasgos misóginos, racistas y dictatoriales son su carta de presentación. Los súbditos repiten lo que “él” dice y nadie puede contradecirle ni pensar diferente. Generalmente estas personas causan problemas políticos, económicos y sociales difíciles de solucionar.