El lenguaje que usa el Presidente para atacar a la prensa, debe tener, talvez, la finalidad de achacarla de mentirosa cuando comiencen a ponerse en evidencia las fallas, equivocaciones, abusos y errores en funcionarios del Gobierno.
Porque aparte de las buenas cosas que ha hecho el gobierno de Correa, que no son precisamente resultado de “Corazones ardientes y manos limpias”, entonces cuando se produzcan informaciones sobre errores, abusos y fracasos, es fácil acusar a la “prensa corrupta”, de distorsionar la verdad.
Eso, aparte de ser una obsesión presidencial, hasta podría interpretarse como temor a la verdad. Sin embargo, el Presidente y sus colaboradores deben pensar que ellos dejarán de ser lo que son y la prensa seguirá siendo el factor esencial de información y orientación ciudadana.