Conmocionó al país entero el crimen perpetrado en Ambato, que cobró la vida de un taxista. La saña con la que el criminal acabó con la vida de un ser humano, de un padre de familia, de un hijo, de un esposo, de un vecino, de un amigo, ha consternado a la población que clama justicia por esta irreparable pérdida.
La Justicia deberá procesar al criminal, se trata de un delito flagrante, con todos los agravantes que permitan una condena entre 22 y 25 años para el asesino. Recuperar esa vida es imposible, sin embargo me pregunto qué podemos hacer para evitar que hechos como este vuelvan a ocurrir. El asesino es un ciudadano extranjero quien con todas las facilidades ingresó al país no para aportar al desarrollo o establecerse legalmente, conseguir un trabajo y ser parte de la sociedad que ha abierto puertas para los extranjeros.
Las autoridades deben regular la política migratoria pues el criterio de “puertas abiertas” está afectando al país con episodios delincuenciales donde se cobra la vida de los ecuatorianos. Mi respetuoso saludo a los extranjeros que han llegado, se han establecido y con su trabajo construyen un presente y un futuro de paz. Es hora que el Gobierno precautele la seguridad de los ciudadanos.