Desde que a este Gobierno se le ocurrió la idea de sacar a los gringuitos de la base de Manta, “para defender nuestra soberanía” pero sin preocuparse de tomar la posta en forma racional y efectiva en la lucha contra el narcotráfico, resulta que la droga abunda en las playas. Los ladrillos de cocaína salen flotando y cualquier niño los encuentra entre las piedras; eso sí, si a algún pobre e ignorante pescador se le ocurre la pésima idea de hacer unos dolaritos con esos hallazgos, a la capacha le mandan por tiempo indefinido o los dueños de la coca lo persiguen. Claro, la “soberanía” la tienen ahora los carteles de la droga. ¿Y los famosos radares chinos? Bien gracias, no hay quién fiscalice ni se preocupe por estas pequeñeces.
Por otro lado vimos unos hombres haciendo mediciones sobre planos del Ministerio de Obras Públicas para construir una ancha carretera, ¿en dónde creen ustedes? En plena playa de San Clemente, no a 20 ó 200 metros de la marea alta, sino encima de la arena, allí mismo en donde usted, yo, o cualquier turista quiere bañarse, encima del agua cuando está la marea alta dos veces al día, o más probablemente será debajo del agua en época de aguajes o cuando venga otro Niño como el de 1982-3. Que ya han gastado varios millones en estudios, que la tal carretera “solo” costará algunos cientos de milloncitos, que se destrozará con los embates del mar, que los pescadores se preguntan por dónde van a sacar sus barcas… ¡Definitivamente hay descontento, sería difícil inventar una forma mejor de arruinar esas playas tranquilas o de desperdiciar la plata de nuestros impuestos! Para una carretera directa de Quito al nuevo aeropuerto no había los fondos ni las garantías, ni las ganas de hacer algo para los quiteños, pero para estas novelerías sin sentido parece que sí.