En mi juventud se pedía un pichoncito al amigo para probar el carro nuevo que le habría prestado su padre para que se lo exhiba ante sus conocidos. Cuando sucedía y antes de devolverlo se sentía una satisfacción indescriptible al pisar el acelerador con la misma confianza que lo haría el dueño.
Por nuestros lares y en el ámbito político sucedía antes y sucede hoy cuando ciertos personajes piden probar el poder que tiene su amigo, allegado o conocido y éste se lo concede. Es el caso de la Venezuela chavista con Maduro y sucedió en Argentina con la familia Kirchner y en Brasil entre dos personajes del mismo partido y se intenta en Nicaragua en la convivencia conyugal y se lo hace en nombre de un proyecto político similar al de los Castro en Cuba o de los que tuvimos con los Somoza en Nicaragua; los Trujillo en República Dominicana; los Duvalier en Haití; Stroessner en Paraguay y el de Perón en Argentina o en donde se pueda acomodar fácilmente la constitución para que se lo permita . En el Ecuador los poderes prestados los podríamos llamar claramente de pichoncitos políticos acordados previamente que al final se cobran.