Así como se ordenó cadena nacional y tocada del himno para lanzar el satélite Pegaso, debiera organizarse un funeral de Estado ante la pérdida irreparable de tan costoso (y patriótico) experimento espacial. Valdría la pena contratar otro cohete chino para que mande una corona fúnebre que pueda algún día encontrar en su órbita al desaparecido Pegaso que hoy flota en la estratósfera convertido en la basura espacial más costosa de la historia del Ecuador. Y si los niños preguntan qué pasó con el improvisado armatoste interplanetario, la propaganda oficial puede decirles que en vez de subir al espacio, Pegaso simplemente ¡ya se fue al cielo!