Es un error comparar a Wikileaks con organizaciones neutrales de transparencia, como Periodistas sin Fronteras, Human Rights Watch o Green Peace.
La prensa debe referirse al movimiento de Assange como el “Partido Wikileaks” que busca ganar las elecciones en Australia. Vale revisar el libro ‘Desmontando Wikileaks’ de Daniel Estulin, quien llama a Assange “el cazador cazado”, desmitificando la campaña mediática de
un político convertido en “Robin Hood de los medios”.
Estulìn filtra secretos que muestran la opacidad de Wikileaks, auspiciado por organizaciones y partidos poco “democráticos”, como el Gobierno de Ecuador, desde cuya Embajada en Londres hace proselitismo mundial.
Si el partido Wikileaks es un adalid de la “transparencia” ¿por qué no “desclasifica” sus propios secretos?