Los santiagueños residentes en Santiago y los de la diáspora, nos congratulamos al festejar los 180 años de la parroquialización de nuestra tierra natal y nos sentimos orgullosos de pertenecer a este maravilloso pueblo de Santiago, que originariamente fue lugar de descanso, como tambo para los viajeros, que, atravesando los Andes, se dirigían a la costa y viceversa, pasando por el temido Puyal, que constituye una cresta andina de casi cinco mil metros de altura y donde algunos rindieron culto a la muerte, por no resistir los helados climas y el frío intenso.
Poco a poco fue creciendo hasta llegar a ser un anejo de San Lorenzo; pero alcanzar un momento en la vida de los pueblos en que su desarrollo físico, geopolítico, cultural, social y sobre todo intelectual, hace que sus hijos visionarios de un futuro mejor, comiencen a pensar en la superioridad de sus actuaciones y que ha llegado el momento de valerse por sí mismos, gracias a su trabajo inteligente, esforzado y constante, iniciándose en Santiago las inquietudes por ser una parroquia independiente de San Lorenzo, tanto en el aspecto civil como eclesiástico, conscientes de que un pueblo no solo es un laberinto de calles, plazas y edificios, sino un mosaico de pasiones, emociones, sentimientos y deseos de superación constante.
Patriotas de la talla de José María, Cosme y Santiago Lucio, Juan María Erazo, Francisco Núñez, Isidora Infante, Basilio Silva y su hija Teresa Silva Páez, fueran los principales promotores y cabecillas de los anhelos bien fundados de formar una parroquia altiva, que por sí misma, a través de sus hijos de sabia jerarquía y de sobrada intelectualidad, pudiera gobernarse sola y desarrollarse en todo sentido.
Permítanme demostrar, en este punto, un sano orgullo por tener entre nuestra ascendencia, valores de esta índole, que lucharon con méritos propios por ver su patria chica desarrollarse a medida que pasaba el tiempo; pues Teresa de Jesús Silva Páez, hija de don Basilio Silva, tuvo entre su descendencia a doña Dolores Garcés Silva, quien a su vez tuvo como hija a doña Victorina Ramírez Garcés, progenitora de mi señora madre doña Ernestina Abigaíl Ruiz Ramírez de Argüello.
Todos debemos sentirnos orgullosos de tener algún patriota de los mencionados, como ascendiente de nuestras familias.