Comparemos esta alternativa. Los paraísos fiscales son estados que, soberanamente, establecen leyes muy beneficiosas para el inversionista extranjero. Aunque no en el mismo grado, nosotros también tenemos normas parecidas. Es cuestión de revisar, entre otros, el Código Orgánico de la Producción; o los incentivos para el inversionista que negocia en las conocidas como “zonas deprimidas”; o, las deducciones tributarias por la adquisición de nuevas maquinarias. En definitiva, incentivos hay en todas partes, de manera que el empresario simplemente selecciona el país que más le conviene. El candidato señor Lasso, tiene una inversión en Panamá, mientras que el presidente señor Correa, prefirió comprar una casa en Bélgica. Ambas aplicaciones son lícitas; y sus consecuencias, muy parecidas. Lasso ayudó a crear o mantener fuentes de trabajo en Panamá, mientras que Correa apoyó la economía de Bélgica. Pero ambos procedieron bien; y, más ahora que se le compara al comercio con la ciudadanía universal. Es más, la transparencia de los casos citados es ejemplar, pues no ocultan sus respectivos actos de comercio.
Pero, aquí viene lo absurdo y risible. Solo a nosotros se nos ocurre proponer una consulta para que los ecuatorianos, cuando invierten en algún otro país, no merezcan el honor de función pública alguna. Pero, ya que apareció la posibilidad de gastar millones en este disparate, le completemos incluyendo en la pregunta a los que compran casas fuera de la patria que avanza. Con el añadido, seremos más justos y equilibrados. Así, si gana esta potencial y ridícula pregunta, mataríamos varios pájaros de un tiro. Un verdadero acto de justicia a la criolla. Piénsenlo.