Con declaraciones de varios dirigentes y del propio expresidente, se anunció su visita, con el propósito de “supuestamente” solucionar algunos desentendimientos en Alianza País, lastimosamente la falta de perspicacia de quienes auspiciaban su retorno convirtió su invitación, creo, en un acto frustrante para ellos.
Faltó “olfato” político, imaginación y perspectiva de un lado; y, por otro, inconsecuencia e ingratitud de sus seguidores, porque ya no habían recursos para movilizarlos, ya no habían sánduches, ni grupos musicales; y, lo más grave la asistencia ya no era obligatoria ni sujeta a multas.
Se acabó de golpe el fervor de sus “compañeros” de otro momento. Se acabó la revolución, porque ella parece que existe solamente cuando los estómagos están vacíos, de lo contrario no se explican la poca presencia a la llegada al aeropuerto de Guayaquil; la falta de manifestantes respaldando su presencia; las dificultades para organizar la asamblea de Esmeraldas; y, la ausencia de seguidores al visitar la Corte Nacional de Justicia, donde sus guarda espaldas eran más que toda su fanaticada.
Si el abandono al “líder” es tan evidente, recién después de 6 meses de terminado su mandato, es una incógnita el respaldo que tendría AP más adelante.