Conocí a Lenín cuando trabajábamos en el Ministerio de Gobierno, el subsecretario era Gustavo Larrea, yo era asesor de seguridad nacional del ministro. Este antecedente es necesario para comentar que conocí a Lenín como hombre de izquierda, bastante de izquierda, por eso no me llama la atención su afirmación de que no hará acuerdos con la derecha y que marchará por veredas distintas; ese es el verdadero Lenín, diferente al hombre de los diálogos cordiales con las derechas que manejan los bancos y las cámaras de comercio, con los constructores que dan trabajo, con los bananeros y camaroneros. Los revolucionarios que nos avasallaron durante una década privilegiaron al Estado adiposo y denostaron a las derechas que mueven la economía con sus dólares. Con la afirmación de Lenín parece que las cosas seguirán como en la década de los paraísos imaginarios, ya lo dijo Mangas: los diálogos son una especie de distracción. Lo expresado por Lenín y Mangas significa que se seguirá privilegiando al Estado obeso y que los empresarios de derecha se las tendrán que arreglar como puedan. Correa dejó un país dividido, llegó Lenín a la presidencia y nos prometió gobernar con todos y para todos, al parecer cambió de decisión porque ahora gobernará solo con las izquierdas, o sea, con los mismos y para los mismos.