Más allá de los triunfos o las derrotas está el país al que todos nos debemos. Esta vez ha sido el señor Rodas quien conducirá los destinos de la ciudad capital en los próximos cuatro años.
Su triunfo se lo podría calificar de heroico, porque debió luchar contra la poderosa maquinaria estatal que no escatimó gastos ni métodos para imponer a su candidato que resultó ser solo la estampa, aquella que los quiteños acaban de rechazar porque denunció ausencia de liderazgo, sumisión absoluta e intolerable falta de respeto a sus decisiones y espíritu democráticos.
Pienso que si el señor Barrera luchaba solo por su reelección, apoyado en su gestión y sus logros por demás reconocidos que lograrían imponerse a los errores que son obligatorios en todos los humanos, habría tenido mejores resultados y a lo mejor gobernaría Quito 4 años más como el anterior Alcalde.
La actuación endeble, sorda y ciega del Consejo Nacional Electoral fue motivo de acerbas críticas y el atosigamiento inmisericorde y cansino del Ejecutivo a la población, terminaron por desbordar el vaso y provocar la primera derrota importante del partido de Gobierno que deberá entrar en meditación.