Con alguna sorpresa al inicio, aunque ahora ya nada es sorpresivo, he leído y escuchado varias opiniones de sesudos analistas respecto a la primera sesión del Concejo municipal, que enfatizan en la forma en que los concejales cantaron el Himno a Quito. Los unos a la antigua y los otros según la última reforma, pretendiendo crear con ello una polémica que, a mi parecer, es inoficiosa.
Si la intención de la reforma fuere promover un espíritu menos colonialista como algunos dicen, no se trata solo de cantar el himno de un modo diferente, sino de incentivar en los ciudadanos, sobre todo en aquellos que tienen una responsabilidad pública, a que demuestren en sus actos una personalidad propia, un criterio formado y firme de acuerdo con sus convicciones y no la sumisión incondicional al poder que hoy se observa en algunos.
Entonces sí, con ese ejemplo, las siguientes generaciones irán liberando su mente del colonialismo. Por mi parte, como ciudadano nacido en Quito, que vive en esta ciudad por más de 50 años, de padres y abuela quiteños, cantaré el himno en la forma que aprendí y asumiré las consecuencias. A propósito, como idea al Alcalde sugiero la creación de la Comisión de Control del Himno a Quito que debería estar presidida por la concejala autora del cambio y que fue reelecta, para que en las reuniones públicas en donde se cante el Himno a Quito, lea los labios de los asistentes, tome nota y aplique la multa correspondiente. S erá una gran fuente de ingresos.