La Navidad un tema muy polémico que debería ser profundamente analizado. Si bien, por una parte, se celebra el portentoso y singular nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo; por otra, se comercializa con esta fecha, pues, millares de comerciantes salen a la palestra, ofreciendo productos, ventajas y promociones, deteriorando psicológicamente la mente de los pequeños, aparte de que los adultos quedamos endeudados para todo el año.
¿Por qué no racionalizar estas fechas, convirtiéndolas en algo más espiritual, sensible y solidario; haciendo conciencia en los niños que no se trata de un festejo netamente material; visitando las iglesias, nacimientos y otros apropiados lugares que nos hagan vivir, la verdadera emoción de Navidad?
Pensemos, por un momento, en aquellos seres desposeídos que no tienen ni siquiera un caramelo para llevarse a la boca y que, obviamente, se sienten “discriminados” por la sociedad, renegando, muchas veces, hasta de Dios.
Hagamos entonces un inventario de nuestras prioridades y, consecuentemente, un cambio profundo en estas Navidades, visitando con nuestros niños orfanatos, hospicios, casas asistenciales, hospitales, geriátricos, barrios marginales, etc., a fin de que ellos se sensibilicen y conozcan la auténtica realidad de la vida y no nos presionen pidiendo las” maravillas” que nos presenta la televisión y otros medios de difusión masiva. En fin… hagamos, de estas Navidades, una verdadera fiesta de fe, comprensión, generosidad y amor.