Multas y más multas son el pan nuestro de cada día, y no es que esté en desacuerdo, sin embargo pienso que es injusto que en esta cacería de brujas no se incluyan a vendedores ambulantes que denigran el ornato con desorden y suciedad, familias enteras que se toman literalmente los parques y parterres pensando que son potreros propios, grafiteros que hacen lo que les da la gana a vista y paciencia de las autoridades manchando todo espacio público que pagamos con nuestro dinero convertido en impuestos y propiedad privada, camionetas llenas de fruta para vender sobre las aceras bloqueando el paso de transeúntes , hasta con letrero: ‘servicio al auto’, buses de carreras en autopistas de Quito, policías municipales que nadie respeta. ¿Hasta cuándo tenemos que soportar tanta indolencia y desigualdad con las dichosas multas?