Es difícil entender el motivo del Gobierno para acumular resistencias con medidas impopulares e innecesarias.
En efecto, la disminución en las utilidades de los trabajadores de la telefonía móvil, la transferencia de los fondos de jubilación privados al IESS, el impuesto a las comidas denominadas “chatarra”, el impuesto a la plusvalía, que pueden aportar ingresos al Estado, en cambio, crean descontento, angustia y resentimiento en los sectores afectados y en la ciudadanía que mira con indignación estas acciones.
A ello se debe la baja en la popularidad de la Asamblea y del Gobierno. También inquieta y crea malestar la excesiva intervención del Estado copando todos los espacios, con abundante burocracia que complica procedimientos. Se podría compensar los pretendidos ingresos que, comparados con el abultado presupuesto resultan pequeños, disminuyendo eventos, como las sabatinas, cuya movilización de equipos y personas demanda gastos y crea tensión e incertidumbre al no saber qué nuevo impuesto será anunciado y qué sector o ciudadano será atacado.
Lucen innecesarios los gabinetes itinerantes, que demandan egresos, porque se pueden realizar en la sede del Gobierno. Se puede ahorrar disminuyendo los frecuentes viajes de asambleístas, funcionarios e invitados, se debe limitar la excesiva propaganda oficial.
Si no se corrigen acciones, lejos del “buen vivir”, seguirá bajando la popularidad del Gobierno.