La libertad de expresión es el derecho que tienen los pueblos de manifestarse ante determinadas decisiones del gobierno que se halla en el ejercicio del poder, rigiendo los destinos de una nación. Siendo el pueblo el mandatario soberano, está en su pleno derecho de expresar su acuerdo o desacuerdo con las decisiones de los gobernantes, que de hecho inciden favorable o desfavorablemente en su diario vivir.
En un país democrático se goza de plena “libertad” y el ciudadano puede expresar sus opiniones o inquietudes con la seguridad de que no serán motivo de represalias, cosa que obviamente no puede suceder si el gobierno tiene la seguridad de que sus decisiones son correctas, se ajustan a la justicia y están enfocadas al bien común y por consiguiente no temen a opiniones opuestas.
Pero en un régimen de tinte totalitario, no puede existir libertad de expresión ya que las decisiones tomadas por los gobiernos son generalmente de carácter demagógico, inconsultas, atentatorias contra todo derecho y libertad y por consiguiente dan lugar a la oposición ciudadana, cosa que incomoda y es motivo de preocupación e inseguridad para los gobernantes quienes, para “contrarrestar” tendencias opositoras establecen limitaciones y restricciones y hasta censuras, coartando así una de las más preciadas libertades ciudadanas, la libertad de expresión.
En nuestro país las opiniones de los ciudadanos y medios de comunicación que no estén de acuerdo con el pensar del gobierno, son motivo de medidas atentatorias contra esta libertad, como el control de determinadas televisoras y radiodifusoras, periodistas impedidos de ejercer su labor, medios de prensa sometidos a juicios y demandas. etc., medidas que tienen el total rechazo de la ciudadanía pensante.