El Gobierno colombiano empeñado en terminar el enfrentamiento militar con las FARC, firmó un acuerdo de entendimiento por el cual se establecían derechos y obligaciones de las partes, procediéndose a consultar a la ciudadanía, después de la suscripción, si estaba o no de acuerdo con dicho compromiso.
Para sorpresa del propio Presidente Santos, la población se pronuncia en forma mayoritaria por oponerse a la firma de dicho instrumento, aduciendo un exceso de prebendas y canonjías al grupo revolucionario y subvaluando las afectaciones producidas a la población y al País, convencidos que la democracia efectiva se sustenta en la participación política de todos los sectores y no solo de los seguidores del Gobierno de turno.
De los resultados expuestos, creo que se cometió el tremendo error de primero firmarse y luego pedir la aprobación, cuando, por lógica, creo que debía haberse procedido al revés, por lo que bien vale considerar este antecedente en su justa dimensión, ahora que el Gobierno está interesado en llegar a entendimientos similares con los otros grupos armados, de lo contrario el “maracanazo” político va a repetirse y el festejo, por listo que esté, tendrá que olvidarse, como sucedió cuando Brasil perdió en julio de 1.950 el campeonato mundial frente al Uruguay.