Después del terremoto que devastó la provincia de Manabí y que nos cambió la vida, solo tenemos palabras de agradecimiento a nuestros hermanos ecuatorianos y al mundo por su solidaridad ante semejante tragedia. Estamos sufriendo y llorando a nuestros muertos, pero no hemos perdido la fe y la esperanza. Vamos a salir adelante, a pesar de la peor crisis económica que afronta el país.
Dios bendiga a los héroes anónimos que vinieron de todas partes del mundo y de otras provincias a ayudarnos sin condiciones y poniendo en riesgo sus vidas.
Los manabitas nunca lo olvidaremos. Solo queremos pedirle a este Gobierno que no nos castigue con más impuestos y más bien facilite la reconstrucción con medidas que no afecten más el bolsillo de los ecuatorianos. ¡Gracias a todos!