Desde su primer mandato, el presidente Correa ha gastado tiempo en atacar, con insultos y descalificaciones, a los medios de comunicación independientes y a sus periodistas por no alinearse con la propaganda oficial. Por ello, era de esperar que, a través de una Asamblea obediente, se imponga una ley que acorrale y controle la información.
Se vienen tiempos difíciles para la libertad de expresión; habrá, posiblemente, consecutivas acciones legales contra la prensa libre y los periodistas ya que, entre otras restricciones, existe la discrecionalidad para interpretar el incomprensible “linchamiento mediático” que consta en la ley. La ventaja con que cuentan los medios de información independientes, es la aceptación de la ciudadanía que elige lo que desea ver, oír y leer. En lugares de distribución de periódicos, se ha observado que los medios independientes son preferidos y se agotan, no así los públicos y oficiales.
En regímenes autoritarios se han clausurados periódicos y se ha perseguido a periodistas por informar obscuros actos de Gobierno; y, al descubrir la verdad, se han elevado y han perdurado a través del tiempo, mientras que quienes desde el poder han restringido las libertades han pasado a la historia como obscuros caudillos.
Pasará el torbellino, “no hay mal que dure cien años…”, volverá la libre expresión del pensamiento por estar inmersa en la naturaleza del ser humano.