Quienes hemos seguido de cerca el proceso transformador instaurado en el Ecuador a partir del 2006, sabemos del trabajo silencioso pero de envergadura, realizado desde la Vicepresidencia de la República, para atender en todos los confines del territorio a un sector ciudadano hasta ahora olvidado, relegado e incluso menospreciado. Nos referimos a aquellas personas que por diversas circunstancias vinieron a este mundo con discapacidades, o que durante su vida han sufrido accidentes que les limitan en su actividad personal y su aporte a la comunidad como entes deseosos de contribuir a su familia y al país. Su energía positiva, su carácter sensible y su visión de futuro, le han permitido a Lenín Moreno, realizar una labor vigorosa para transformar la realidad de miles de ecuatorianos hasta hoy considerados una carga pesada, y con suministros aportados por el Gobierno, ir solucionando la situación personal de cada uno de esos conciudadanos. Con el proyecto denominado Manuela Espejo está realizando una labor definitiva en bien del país, a tal punto que sus procesos de gestión están siendo emulados por diferentes organizaciones internacionales y países del continente. El liderazgo comunitario logrado por el Vicepresidente es resultado de su labor permanente en el área social, extendiendo una mano generosa y de solidaridad en beneficio de nuestros compatriotas en las cuatro regiones del país. Una acción permanente de aporte a los cambios con equidad y justicia en que está empeñado el Gobierno de la revolución ciudadana. Mientras en el pasado, el Vicepresidente asumía un cargo casi honorífico y de mero relumbrón, incluso considerado peligroso para la estabilidad política, Moreno le ha convertido en un bastión de trabajo y apoyo a la labor que realiza el Gobierno, aparte de su lealtad a prueba de mil batallas y tentaciones.