Fui a conocer el nuevo puente del Chiche. Todo iba muy bien, gente a los costados, cantidad de autos, se tomaban fotos, hasta que por el espejo de copiloto alcance a divisar un perrito de pelaje blanco con negro que agonizaba en el pavimento.
Seguramente, momentos antes fue atropellado. Al alejarme en el auto pude darme cuenta que todavía movía sus patitas y cola. Pero era imposible dar vuelta por la cantidad de autos y gente que acudió a ver el puente, sentí rabia, impotencia sin saber qué hacer.
Hasta me pasó por la mente llamar una ambulancia para socorrer al perrito. Pero no hice nada. Como la mayoría, seguí mi camino. Al volver, horas más tarde, busqué con la mirada al animalito tratando de recordar dónde estaba, pero de él ya solo quedaba un trozo de cuero y apenas parte de su pelaje blanco con negro que pude reconocer.
Cuántas llantas le pasaron por encima hasta desaparecerlo, cuánta indolencia, cuánta indiferencia de nosotros, la gente. Señor Alcalde, usted dio el ejemplo adoptando un perrito sin hogar. Por qué no incluir para la seguridad en la vías no solo paramédicos, sino también un veterinario que pueda auxiliar a los perritos atropellados, evitar que caminen por las peligrosas vías y retirarlos de manera digna del pavimento si están muertos. Son parte de nuestra vida, son parte de nuestra ciudad, muchos son miembros de nuestras familias y para las autoridades deberían ser parte de su responsabilidad.