Marco Nicolás, mi pequeño hijo, nació en el 2009, a las 28 semanas de gestación. Tuvo que estar dos meses y medio en la termocuna y debí llevarlo como bebé canguro por un mes hasta lograr fortalecer sus pulmones y su cuerpo; fue diagnosticado con leucomalacia periventricular, lo que le produjo una parálisis cerebral grado 4.
En el 2011 vinimos al Hospital José Carrasco Arteaga del IESS de Cuenca, en busca de ayuda. Mi esposo y yo nos llevamos una buena impresión de ese hospital por la calidez humana que encontramos en las terapistas, en el cuerpo de doctores que le atendieron y también por lo alegre que era el espacio de rehabilitación. Él no puede caminar y todavía no puede hablar, pero ha logrado tener una calidad de vida gracias al cuidado ortopédico. Él se ha convertido en un niño muy feliz. Estamos agradecidos con las personas que trabajan en este hospital.