Un antiguo adagio dice: “No hay peor sordo que el que no quiere oír”. Al fin sé con certeza que la EMOP es la entidad sorda, ciega e indolente a cargo del mantenimiento bianual de la vía Cumbayá-San Pedro del Valle de Nayón. Pese a los sentimientos negativos que el diario tránsito por este camino me causa, debo agradecer a esta empresa pues me ha permitido: reafirmar habilidades viso-motoras al evadir las tantas docenas de baches; la tolerancia ante su indiferencia y aquella de las autoridades parroquiales; la paciencia al tener que disminuir la velocidad y pasar lentamente por los tramos en que es inevitable caer; la fe al pedir al cielo que no venga otro carro cuando invado el carril contrario por ser la única parte sin huecos; la prudencia y el autocontrol para no ofender a los volqueteros y autos 4×4 que van a toda velocidad y deterioran aún más al resignado e indefenso empedrado; la esperanza de que alguien se conduela y cumpla con su obligación. Ojalá la EMOP se digne escuchar algún día el clamor de quienes por meses y años hemos solicitado el arreglo de esta carretera olvidada.