He leído con alarmante frecuencia agrias críticas sobre la gestión edilicia. Las primeras que leí me supieron a politiquería, ahora ya no.
Mi percepción sobre el Sr. Alcalde es que se trata de un político honesto, con profunda vocación social, disciplinado en su accionar político y aceptable nivel de conocimiento de la ciudad de Quito. Por otro lado y como complemento, en mí criterio no logra demostrar ejecutoriedad, decisiones rápidas y control de sus colaboradores.
Lo que menciono con anterioridad se basa fundamentalmente por la demora en comenzar las soluciones a los problemas de la ciudad y, sobre todo, por los eternos plazos concedidos o auto otorgados a los contratistas de las obras públicas en proceso. Me consta las exageradas demoras en la ejecución de las obras municipales, pareciera que no existe la mínima idea de lo molestoso que significa vivir en incomodidades durante tiempos prolongados sin justificación alguna. Es hora que el Sr. Alcalde asuma con mayor propiedad su cargo y estimule a sus colaboradores a trabajar como si el interés colectivo fuera prioritario.