Toda acción encaminada al combate eficaz de la corrupción debe ser apoyada con energía, en eso estamos de acuerdo todos los honestos, y que además creemos que no solamente se reduce a Odebrecht, y la refinería de Esmeraldas. La mayoría de contratos “a dedo” o por emergencia tendrían, lamentablemente, su triste historia. Pero este frente de transparencia, recién formado por la Función Ejecutiva, y cuya mayoría de miembros son afines a la revolución ciudadana, será capaz de exhortar (ya que no tiene la facultad para investigar) que se aclare, entre otros casos, el paso del presidente Moreno por Ginebra, incluso dicen que no pago impuestos (igual que Alecksey Mosquera y su ridículo “acuerdo entre privados”, según el expresidente).
Su llamativa “cirugía mayor contra la corrupción” es solo una bonita frase, que como de costumbre, solamente servirá para tenernos entretenidos hasta que salte otro escándalo. Por otro lado, algo raro sucede casa adentro de Alianza País, cuando con estupor vemos la pugna por el mando de la Contraloría, que es el ente encargado de investigar los procesos del gobierno, al igual que la comisión de fiscalización de la pasada Asamblea, en la que no se tramitaron las denuncias, aduciendo siempre que: “no se prestan para ningún escándalo mediático”, y de manera similar el pomposo e inútil Quinto Poder o Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Los hechos demuestran que han sido un fracaso Si es tan sincera la decisión moralizadora del gobierno, por qué no apoyó a la demandada Comisión Ciudadana Anticorrupción y al acosado Fernando Villavicencio. Demandados y acosados por hacer precisamente lo que dicen querer emprender: combatir la corrupción. Estos revolucionarios son la mayor organización decadente e inmoral que han tenido los países por donde han pasado (Argentina, Brasil, Bolivia, Cuba, Ecuador y Venezuela). Lamentablemente, no les creo ese discurso de ética que están pregonando.