Uno de los mayores defectos del ser humano es su falta de autocrítica. Tenemos la manía de culpar por cualquier problema a la oposición, a Fidel, a Putin, a Bush, a Chávez, a Trump, a Correa, a la derecha, a la izquierda, a los cristianos, a los judíos, al ejército Islámico, al CNE, a la prensa corrupta, a las encuestadoras, al clima, al tráfico, al árbitro, al vecino, al médico, al profesor que no me quiere o a Andrés Páez que está de moda como culpable que a un señor lo saquen de mala manera de un restaurante y a una señorita que su ex novio le saque de la casa.
La verdad, no reconocemos ni aprendemos de nuestros errores, peor pedir perdón. Luego de las elecciones, los unos no aceptan que algo no han hecho bien en 10 años y los otros, son peores. Parece que no se ven en el espejo y se preguntan que hicieron mal para perder contra un contrincante que más allá de tener control de medios de comunicación y usar recursos públicos, flotan a su alrededor escándalos serios de corrupción.
Ambos bandos, en vez de plantear soluciones a los problemas económicos e institucionales que afectan al país, ahora se reagrupan y proclaman que están pensando en las elecciones de gobiernos seccionales del 2019.
No seremos Venezuela, pero hacemos méritos, y es esa calidad de políticos que tenemos, quienes nos están arrastrando al despeñadero.