Estos son los tiempos de las evaluaciones y está bien que se proceda así, siempre y cuando aquellas sean cuidadosamente llevadas a cabo por el personal competente, un marco conceptual coherente, una ética a toda prueba, un proceso justo y un resultado transparente, fuera de toda sospecha. Hasta el momento se han realizado algunos en el ámbito de la justicia, de la educación media y superior, de la Policía Nacional y de otras instituciones, hoy le tocó a la clase médica que está a la espera de conocer bajo qué parámetros se la va a evaluar, quiénes van a tomar las pruebas, serán otros médicos o profesionales afines, ¿talvez economistas o notables jurisconsultos?
No se conoce aún, pero si bien teóricamente puede ser interesante, en la práctica será muy difícil llevarla a cabo pues el gran desarrollo de la Medicina ha permitido que en lugar de los médicos de familia que antes existía, hoy abunden los especialistas y subespecialistas en las diferentes áreas que prestan sus servicios profesionales en todos los hospitales y centros de salud del gobierno, del IESS, Fuerzas Armadas, Policía, juntas de beneficencia, Solca, etc., estamos viendo el cúmulo de problemas en el sistema nacional de salud y el difícil acceso de la población a la consulta médica a pesar del incremento del horario para atender a los miles de pacientes cada día. ¿Será una evaluación parcial a determinado grupo de galenos, se incluirá a las enfermeras, auxiliares y tecnólogos que son parte del equipo?
Si se trata de mejorar la atención médica en los hospitales no será suficiente la evaluación profesional, existen otros factores que deben tomarse en cuenta que están fuera del proceso y que tiene que ver con la falta de médicos, poca infraestructura, insuficiente cantidad de insumos y medicamentos, equipos con tecnología de punta que permanecen inactivos, procedimientos administrativos engorrosos y voluntad política para que la salud sea el derecho inalienable de la población ecuatoriana.