Isis, Isil, EI, Daes, Da-ish, como quiera llamarlo, no oculta la esencia islamista del grupo. El mismo “daesh” o “da-ish” encierra inherentemente el concepto de Islam. Es decir, un grupo de varias decenas o cientos de miles de personas unidas por una creencia religiosa y el objetivo de establecer un territorio gobernado por una teocracia absolutista. Esto es, establecer una sociedad cuyo gobierno se rige a una interpretación de los textos religiosos del islam. Porque lo siniestro de los textos religiosos es que se interpretan. Cualquiera, con el suficiente poder de coerción y leyendo a conveniencia partes de la Biblia o Corán, puede ejercer su autoridad sobre otros. La ONU y testigos presenciales han acusado a Isis de secuestro y violación de miles de mujeres y niñas hasta de 12 años de edad. Los teólogos de Isis han normado el uso de esclavas sexuales mediante una serie de mandatos que “legalizan” y regulan esta práctica. El verso 33:50 del Corán menciona la posibilidad legal de mujeres cautivas de guerra. Para no ir más lejos, en la Biblia: Carta a Tito 2:9-10 y Levítico 19:20. Afortunadamente, la mayoría de la población mundial usa hoy la razón y sus propios estándares morales para diferenciar lo que está mal y bien en sus textos religiosos. El problema es que no somos todos.