Extendiéndole un cordial saludo, le querría informar que leo EL COMERCIO diariamente. En la edición de 15 de abril de 2015, llamó mi atención el “Enfoque Internacional” en la sección de “Opinión” donde se publicó una corta versión del editorial del periódico “La Nación” de Argentina titulado “Genocidio armenio”.
Quisiera aprovechar esta ocasión para poner en su conocimiento los siguientes puntos:
Los recuerdos y narraciones del pueblo turco y el pueblo armenio respecto a los hechos ocurridos en 1915 son diferentes. El pueblo turco recuerda este tiempo como una parte dolorosa de la Primera Guerra Mundial, durante la cual todos los pueblos que conformaban el Imperio Otomano -turcos, armenios y otros – han sufrido inmensamente la pérdida de muchas vidas inocentes.
Por otro lado, por importantes que sean los recuerdos, no constituyen la realidad por sí mismos. Con el fin de alcanzar una base común y confiable de la información sobre lo ocurrido en 1915, Turquía ha propuesto a Armenia establecer una comisión conjunta conformada por historiadores turcos y armenios con el fin de llevar a cabo una investigación de los referidos hechos en los archivos de Turquía, Armenia y los demás países relevantes para compartir los hallazgos con el público internacional.
Turquía reconoce las consecuencias inhumanas de las políticas de reubicación esencialmente forzadas en circunstancias de guerra, incluidas las del año 1915.
Turquía comparte el sufrimiento de los armenios y está tratando de restablecer la empatía entre los dos pueblos, con paciencia y determinación.
Uno de los testimonios de esta determinación fue el mensaje de condolencia del 23 de abril de 2014, que incluía elementos de cómo, principalmente a través del diálogo, podemos poner fin a la enemistad que ha mantenido nuestras relaciones cautivas. Sólo rompiendo tabúes podemos esperar empezar a abordar el gran trauma, que congeló el tiempo en 1915.
Por su parte, Turquía ha trascendido este umbral crítico y renunciado a las generalizaciones y afirmaciones estereotipadas del pasado. Hay muchas razones para mantener la esperanza de que estas dos antiguas naciones pueden demostrar la sabiduría para entenderse la una a la otra y contemplar un futuro en unidad.