Las personas que han leído mi par de Cartas al Lector en este espacio, me han preguntado cómo terminó el asunto de la pérdida de la correspondencia enviada a tres amigos. Opté por remitir nuevamente cartas y libros, que son inencontrables. Un sobre iba dirigida a Librería “Tolstoi”, el segundo a Ecuadoradio (Miguel Rivadeneira), y un paquete con libros a una profesora de Literatura en Riobamba, para un concurso. Otra vez, increíblemente, nunca llegaron a su destino. Tengo derecho a ser prejuicioso: ¿se extravían las cartas?, ¿Se sustraen?, ¿No conocen las direcciones los mensajeros? Antes, cuando estos encargos no arribaban a su destinatario devolvían al remitente, ¿por qué no vuelven a hacerlo? De nada ha valido las buenas intenciones del Sr. Diego de la Cadena, para enmendar este pésimo servicio. Mis amigos me sugieren que más bien envíe estos sobres por otros “couriers” y así acabe mi tormento, o que entregue personalmente. Así lo haré.