La inclinación de los estudios que debe realizar cada persona está dada por sus conocimientos innatos y adquiridos, sea por su entorno o cualidades genéticas, como se ha comprobado en muchas familias de nuestros artistas. Es necesario dejar que cada individuo reconozca libremente sus aptitudes para lograr que sus dones calcen en la sincronización de la sociedad, como si fuera un reloj donde cada pieza desempeña una función para alcanzar el objetivo de dar la hora exacta. Cierto es que las personas que demuestran más aptitudes para las ciencias modernas nos darían proyectos que compitan con los del Primer Mundo, pero para alcanzar esos resultados se necesita de administradores que empujen esos proyectos, de operarios con habilidades y aptitudes que concreten esos objetivos, es decir se necesita de la colaboración y experiencias de toda la sociedad. Democratizar la educación es potencializar todos los recursos disponibles de nuestros ciudadanos para alcanzar a plenitud nuestro desarrollo.