¡Claro que sí! A pesar de las excepciones de siempre, la mujer está llena de fortalezas, es responsable, trabajadora, creativa, honesta, sentimental y ahora está preparada para todos los desafíos. La mujer posee una mente brillante, un espíritu abierto y un corazón grande. Lleva sobre sí la capacidad de superar el sufrimiento y el dolor, es sacrificada y sensible. Tiene los valores y la personalidad indispensable para proponer cambios y asumirlos.
Nosotros los hombres, aunque no lo hayamos reconocido, siempre hemos dependido de ella. Como abuela, madre, hermana, amiga, novia, esposa nos ha llevado de la mano como a niños y siempre, en sus diferentes facetas, nos ha enseñado algo, nos ha dado comprensión y consuelo, nos ha dicho lo importantes que somos para ellas -aunque nosotros no hayamos demostrado lo mismo- y nos ha hecho creerlo más allá de todo razonamiento.
La vida es sabia y tiene un concepto preciso de los cambios apropiados. Si el hombre se ha encargado de destruir el mundo, de buscar oportunidades para matarse entre ellos, de construir brechas y muros para dividir la sociedad ¿quién puede remediar el mal y el caos, crear conciencia y justicia apropiada? La mujer, ¡por supuesto!