A lo largo de los años, se ha desvirtuado nuestro tradicional esquema político. Ya no vemos como antes, aquellos debates de altura en el Congreso Nacional, ya no oímos a los más ilustrados políticos discernir sobre el futuro de la patria, ya no existen aquellos debates entre candidatos a la presidencia que nos hacían soñar que en nuestro país existían teóricos políticos de clase y altura; pero todo ha sido sustituido con horas de burdas telenovelas extranjeras y habladurías de farándula, solo diatribas que corrompen y envenenan la mente de cada ciudadano. La culpa, es de la nueva tendencia política de no crear conflicto, que es la misma esencia del accionar humano que nos lleva al desarrollo, la nueva tendencia de agachar la cabeza frente a toda decisión impuesta y no expresar reacción; esto es peyorativo para la sociedad, al no entender la existencia de un conflicto de oposición a medidas arbitrarias, no se entenderá la esquemática misma del funcionamiento del Estado, pero la culpa, no es solo de esta nueva corriente, es también de la sociedad en sí que exige en sus medios un entretenimiento sin sentido que solo lleva a la satisfacción de sus más oscuros instintos y no permite que se incluya información de la actualidad política de la nación que es de vital importancia para el desarrollo del país y la supervivencia de esta misma sociedad.