Con base a la reacción del ex ministro del Interior, ex presidente de la Asamblea (destituido por razones de sobra conocidas) y actual asambleísta nacional, el martes 22 de mayo luego de una fallida audiencia de juicio, me permito nuevamente, recurrir a una parte del contenido del artículo de opinión titulado ‘Sin empleos, se enojan’, suscrito por el señor Milton Luna Tamayo y publicado por EL COMERCIO el 20 de junio de 2014. Lo pertinente dice: “Las grandes alabanzas de ayer, las felicitaciones y halagos públicos, se han transformado en decepción colectiva, críticas mordaces y burlas”.
Como se ajustan a la realidad estas proféticas palabras, porque en efecto qué decepción, pena y fastidio, sin exceptuar la hilaridad, fue apreciar a través de videos difundidos por televisión y redes sociales, la reacción del asambleísta ante la provocación y agresiones verbales, que no las justifico de ningún modo, por parte de un grupo de personas simpatizantes de un militar en servicio pasivo, que habían llegado al edificio judicial para respaldarlo en la diligencia referente a una querella presentada por el asambleísta contra el ex militar. Según datos de prensa, el juez declaró desierta la querella por el retraso del demandante, lo cual no habla muy bien de su puntualidad.
Más allá de los motivos que hayan generado la presentación de la querella en 2017 y la decisión que tomó el juez de la causa; más allá de las provocaciones y agresiones verbales de las que fue víctima el ex ministro y hoy asambleísta, no deja de llamar la atención su reacción, su actitud desafiante y su bravata, impropias de un político de su experiencia y trayectoria, pero que lamentablemente nos quedan en la memoria colectiva.
Me imagino, solamente me imagino, que este tipo de reacción se produce porque aún cuenta con la seguridad proporcionada debido al cargo que ejerció durante el anterior régimen; pero en todo caso, con lo que se vio y lo que se escuchó en el incidente, inevitable y desagradablemente, se recuerdan otras reacciones similares protagonizadas por el ex mandatario y no queda más que deducir que estas conductas, inadecuadas para un personaje público, no son sino resabios del nefasto correato.