Me remonto al siglo pasado desde los 40 hasta los 90, cuando se instalaban los congresos y tanto los diputados como los senadores de ese tiempo eran personalidades elegidas por el pueblo para que lo representen y dicten leyes para el progreso del país y al mismo tiempo para fiscalizar a funcionarios de todos los niveles y someterlos a juicios e interpelaciones que los ecuatorianos sin distingo de clases seguíamos con avidez las trasmisiones de radio y TV y nos deleitábamos con los debates de alto grado, irónicos a veces, los interpelantes hacían gracia de buen humor, conocimiento y brillante oratoria para sacar de casillas al acusado, que sucumbía a los interrogatorios y caía en desgracia. Todos los de esa generación sabemos quienes fueron aquellos legisladores y recordamos sus gestos, sus frases candentes y su pasión por defender sus principios y verdades. Los tiempos han cambiado inexorablemente, hoy el nivel de los representantes del pueblo en la Asamblea Nacional es deplorable, salvo una decena de ellos, el resto es inactivo y sumiso, no se escuchan los debates de gran altura para discutir las leyes importantes, se levanta la mano simplemente para cumplir con la votación, pero no se tiene conciencia profunda de lo que se está tratando, así hemos visto como se tratan el Código Integral Penal y la criminalización de la mala práctica médica, tema por demás trascendente que requiere un análisis claro y profundo por ser de carácter social y humanitario y de gran repercusión para el futuro de los gremios médicos, que son los guardianes de la salud de la población, cualquier ligereza puede ocasionar graves daños a la sociedad.