En la vida y en la política encontramos seres que tienen el don especial para culpar a todos los demás de sus propias falencias, de sus pecados y faltas de criterio. El caso más emblemático de estos tiempos es Chávez, tuvo la inteligencia para culpar a medio mundo del pésimo estado de la economía, del enorme desabastecimiento, de la falta de energía, de la inseguridad, todo en el país potencialmente más rico de la región, con las mayores reservas de crudo, con precios de petróleo nunca vistos, es decir, tenía todo para hacer lo que quisiese, pero deja un país arruinado, una economía en desbarajuste, altamente endeudada y una población dependiente del favor oficial. Brillante fue, irresponsable también y más temprano que tarde pasará a la historia como un payaso más de los muchos que producen los países tropicales, Idi Amin, Duvalier, Castro y otros no tan tropicales como Perón, Stalin, Lenin, Mussolini. Estos y algunos otros de lares más cercanos usan uniformes vistosos, son mesiánicos, enviados por los dioses para salvarnos, por ello algunos cual faraones son embalsamados pues solo así perduran un poco más. El voto con el que todos fueron varias veces elegidos les dio legalidad de origen pero no legalidad en el ejercicio de sus cargos.