Me daría gusto si tras estos 31 años de ausencia mis amigos dijeran “qué mal hiciste en ausentarte, en quedarte fuera de nuestro país, te hubiera ido bonito”. Pero lastimosamente no es así, eso sería un sueño. Lo cierto es que nuestra cruda realidad es triste.
Un presidente, un gobierno, insultador, inestable crea un país inestable, que no incentiva a invertir, como me dijeron unos amigos la última vez en Quito: ¡Lo único que no se trae a nuestro país, es plata! Te sancionan con una pérdida instantánea de un 5%. Qué pena, a comparación de algunos que como yo salimos, no vendí todo, como los demás al irse. En mi caso mantuve bienes raíces, en mi patria, pero el riesgo es alto. Amenaza el mismo gobierno con sus leyes de la herencia y de la plusvalía.
¡La dolarización, única tabla de salvación, la amenazan!
Hace poco escuché que los americanos que escogieron Cuenca, Cotacachi, Vilcabamba, etc., pudieran ser gravados con impuestos si traen dinero, que ya rindió impuestos en su país de origen. Increíble manera de condenar la suerte geográfica que tenemos, al existir ajenos que aún deseen instalarse en nuestro Ecuador.
¡Estos genios deben revisar la palabra incentivar!