En EL COMERCIO del 20 de noviembre de 2015, el articulista Pablo Ortiz García, prestante abogado, con el título de ‘Insatisfacción’ describe de cuerpo entero la insatisfacción de los abogados y la ciudadanía con el Sistema Judicial Ecuatoriano.
Este artículo despierta diferencia de opiniones, con todo derecho. Pero la carta que se publica en EL COMERCIO el viernes 27 de noviembre del 2015, escrita por el ciudadano que dice ser Presidente de la Asociación Ecuatoriana de Jueces y Magistrados, cae en lo de siempre del que no está seguro de tener razón: el insulto, el agravio, denigrando, mostrándose feroz, denostando y con ironía dañosa. Los jueces no deben sentirse aludidos respecto a las críticas de los ciudadanos. Los aludidos deben ser aquellos que se sientan retratados por las críticas.
Decir que existe el rumor, la sospecha y que es secreto a voces, que ciertos fiscales y jueces son defensores solapados de las partes de los juicios que tramitan, no es peregrino. Que existen casos en los que se han anulado ciertas sentencias en forma sospechosa, ante el siseo de una autoridad ajena a la Función Judicial y se han vuelto a juzgar con apreciaciones distintas; destituciones de jueces que actuaron apegados a Derecho pero en contra de opiniones de altos funcionarios, no es aventurado. Reconocer que muchos dictámenes y sentencias son inmotivados, oscuros, pobres en argumentación y doctrina jurídica; que utilizan formatos para dictarlos y que, en muchas ocasiones, se olvidan de cambiar los nombres, es criterio de muchos. Que los abogados hemos dejado de ser profesionales del Derecho, creadores de argumentos, investigación y doctrina jurídica, para convertirnos en meros tramitadores. Que se ha perdido el respeto para con los abogados y se suspenden unilateralmente las diligencias y nos enteramos de la novedad, en las puertas mismas de las unidades judiciales. Estamos insatisfechos con esto, claro que estamos insatisfechos. Debo reconocer los grandes esfuerzos que hace el Presidente del Consejo de la Judicatura para mejorar el Sistema Judicial. Creo en sus intenciones, en su honestidad, en su capacidad, hay que apoyarle para que lo logre; pero debe dejarse ayudar por los colegios de abogados, por profesionales de prestigio, prestantes, reconocidos en el foro, tanto de la academia como del libre ejercicio profesional. Como no reconocer que hay jueces y fiscales idóneos, responsables, sabios, con un profundo amor a la justicia, al Derecho; pero que hay de los otros, los hay. Los jueces hablan con sus providencias, dicen, y demuestran su calidad de tales en la práctica diaria, sus sentencias son el reflejo de sus valores. Lo demás es sentirse aludidos por las críticas que los ciudadanos tenemos derecho a hacerlas.