Definitivamente, los choferes profesionales en nuestro país gozan de muchos privilegios. Tienen grandes descuentos en la compra de sus vehículos y repuestos, están pidiendo jubilación sin haber aportado nunca al Seguro Social y son como esos niños malcriados, que cuando hacen una rabieta, enseguida el papá Estado les da gusto y serán merecedores del subsidio.
Gritan y vociferan porque se está poniendo a los choferes criminales en la lista de los más buscados, pero en vez de oponerse, mejor profesionalicen y hagan responsables a los que manejan a exceso de velocidad o que infringen las leyes de tránsito. Y a pesar de todo, no nos queda más remedio que treparnos al bus o al taxi con el miedo de perder la vida en un segundo.