Inteligencia, entendimiento y voluntad son los tres dones con los que el Creador dotó al ser humano, para distinguirlo de otros seres del reino animal y confiándole innumerables tareas que las realizaría con la inteligencia que le fue concedida. Resultó tan inteligente este ser humano, que se ha atrevido a crear a su manera otros seres también dotados de una inteligencia que francamente confunde y desorienta. Se trata nada menos que ahora ha creado edificios inteligentes, ascensores inteligentes, porteros inteligentes, teléfonos inteligentes, automóviles inteligentes, semáforos inteligentes, computadoras inteligentes, y no se sabe cuáles otros “usos” dará a la inteligencia que posee. Cuánta gente estaría feliz de poseer una inteligencia, aunque sea la de un edificio, la de un semáforo o de un teléfono, pero sí es de esperarse que quien descubrió o inventó esta inteligencia “tan sui géneris” no se olvide de crear los “políticos inteligentes” que buena falta nos hacen en este país y de ser así, estoy seguro que el Ser Supremo estaría muy contento y lo aprobaría.