El arquitecto del catolicismo consagró su vida a la construcción de un andamiaje filosófico; el mismo que le permitió tener un soporte sólido donde anclarse; este filósofo de la iglesia, para lograr esta monumental obra, recogió minuciosamente los evangelios que en toda tierra santa se encontraban desperdigados y a punto de desaparecer, procediendo a ordenarlos encuadernando sus contenidos, y en armonía con preceptos terrenales que le proveyó la antigua Grecia, crear una verdadera institución religiosa, que ha servido de bálsamo a millones de almas afligidas; sincretismo este que tuvo un elevado fin: “racionalizar la fe”. Si quien encarna el verdadero espíritu de la cristiandad se nutrió de la razón para salvar a la Iglesia de su hundimiento, mal haría ésta en negar ese recurso para interpretar el mensaje velado que deja el apóstol San Agustín, en aras de abandonar posturas dogmáticas respecto al aborto. “Cuando el hombre somete a Dios a un juicio moral, lo mata en su corazón”. Albert Camus.