Me sumerjo en otra dimensión cuando tengo el placer de leer sus columnas de opinión; su estilo frontal y contestatario, dulcificado por un sinnúmero de recursos literarios, hacen que a todos los lectores asistamos a una verdadera obra de arte; un telón de fondo de connotación profundamente filosófica, no menos importante que su trama evocadora de la naturaleza de los conflictos existenciales, salpicados de una extraña mezcla de lo ínfimo y lo sublime, y donde los acontecimientos fluctúan entre la religión, la filosofía y la literatura, encarnados en personajes históricos, le han permitido crear una atmósfera fantástica para la construcción de pensamientos explosivos de tipo volcánico, que liberados en forma de un magma crítico, sacudan, los cimientos donde se asientan aquellas falsas y sempiternas edificaciones morales y éticas, enquistadas en el seno de nuestra sociedad. Su artículo, “Cuando la victoria es indigna” simplemente… Maravilloso.