Cuando leo los editoriales de sus columnistas, siento que vivo en el peor país del mundo. La visión apocalíptica de desastre y un futuro indescriptible me tienta a tomarme un tranquilizante. Ejemplo: Mauricio Pozo se lamenta de que este Gobierno ha recibido tanto dinero y no ha ahorrado para el tiempo de vacas flacas.
Yo me alegro de que ese dinero esté ahora al servicio del agro con carreteras, y al servicio de la niñez con escuelas y colegios. El señor Marcelo Ortiz, otro columnista, ensalza la pacífica marcha en contra de la Ley de Comunicación. El pueblo, en su mayoría ha demostrado el apoyo a la misma, porque una minoría no puede imponer sus intereses ni aquí ni en Hong Kong ni en Caracas. Y así, día a día, todo es negativo para la mayoría de ellos.
Sería saludable que también se mencionen los logros del Gobierno, como el apoyo al agro con las carreteras, la preocupación por la salud con la construcción de tantos hospitales de primera o los profundos cambios de las leyes a favor de las empleadas domésticas, los jubilados, los minusválidos o los maestros. Talvez de esa manera me ahorre algo de dinero en tranquilizantes.