Así se llama este encanto hogareño ubicado a pocos metros de la colorida estación del tren de Machachi, bordeando las faldas del volcán Corazón, cerca vemos el Atacazo y los Ilinizas apenas a 63 kms del sudoeste de nuestra capital; invitado por Meche mi primogénita como despedida por su viaje a Barcelona compartí con la familia Valarezo, descendientes de la quinta generación de la familia Revelo que administran conjuntamente la Hostería “La Estación” en Aloasí. Me inspiró escribir sobre esta bella experiencia la calidez que aún se ve en el turismo doméstico ecuatoriano sumado al guía que nos enriqueció con la flora y fauna del entorno, sean las gramíneas, pajonal, chilcas, la variedad de animalitos que se pasean con libertad, ponis, conejos, gallinas, vicuñas, avestruces, carneros, que nos transportaron a palpar in situ la belleza de la creación de Dios. Regentan las casas museos -cuales reliquias que conservan con mucho celo- padres, hermanos, primos, sobrinos y nietos, que no dejan de sonreír e invitar a degustar quesos, pan casero, café, helados de paila elaborados por ellos mismos, todos fieles guardianes de la riqueza ancestral que nos enamora de principio a fin. No podía faltar la foto en las rieles y el tren que me evoca al poeta bonaerense Enrique Molina… y por allá se aleja un viejo tren, momentáneo y perdido, como una luz en la lluvia, pero vuelve a repetir su jadeo férreo y a llevarnos de nuevo en el verde aire de los amores errantes….