28 largos meses tendrán que pasar hasta que se convoquen a nuevas elecciones en la República Federativa de Brasil. El pasado 31 de agosto, Michel Temer juramentó su cargo como nuevo presidente, tomando así las riendas de un país dividido políticamente, con una deuda pública a niveles históricos y con cifras de desempleo alarmantes. El gran reto que tendrá que enfrentar el gobierno brasileño es el de superar este “frenazo” económico que vive la que algún día fue la sexta mayor economía a nivel mundial.
El programa político de Temer, difiere mucho del que siguieron organizaciones de izquierda, las cuales gobernaron Brasil por cerca de 13 años. Es un programa muy austero y conservador en términos económicos y financieros, los cuales incluyen privatizaciones y concesiones en sectores estratégicos como la energía, además de reformas tanto laborales como al sistema de pensiones. La liberalización de la economía no es la panacea, pero de algún modo permitirá equilibrar las finanzas públicas, haciendo efectiva la promesa del primer mandatario: revivir la economía y “volver a poner a Brasil en el camino”.