En las circunstancias difíciles que atraviesa la justicia, el que un ciudadano realice una denuncia sobre algún hecho anómalo o corrupto que ocurra en cualquier dependencia oficial, ha llegado a constituirse en un acto de valentía; lo que implica, que el denunciante tiene que superar el miedo que sentirá al denunciar el ilícito. Y, en segundo lugar, para que un ciudadano se decida a presentar una denuncia; adicionalmente, lo que haría falta son otros ingredientes complementarios, a más de la valentía por cierto; y es, la confianza plena que debería haber, si las autoridades fuesen probas, imparciales y responsables; y, así mismo, hace falta que el hecho corrupto denunciado, pueda ser acogido, investigado y finalmente castigado, pero apegado no a otra cosa, sino a derecho, y pare de contar; aquello así, ahora en el Ecuador.