Este mamífero rumiante tiene dos características innatas que le adornan: mansedumbre y docilidad. La mansa oveja calla cuando la trasquilan y enmudece ante quienes le van a sacrificar. Es por esto que la oveja es el símbolo del hombre sufrido que camina sin dirección ni cuidado. Ella necesita un guía, un pastor, un protector para que la cuide.
Se establece un paralelismo en la relación pastor-oveja y la relación Dios-pueblo. Tan importante es esto que el último acto apoteósico de la redención humana es la boda del Cordero con su Iglesia.