El señor Juan Esteban Guarderas, en una columna de ese diario, ha escrito un artículo en el que parece complacerse con la campaña antirreligiosa que se desarrolla en los EE.UU. y con otras burlas que actualmente se hacen contra las religiones. Y dice el citado ciudadano que lo apropiado, al referirse a las religiones, no es hablar de respeto sino “de tolerancia”, como si las religiones fueran defectos o errores que hay que tolerar. Que en una civilización en franca decadencia exista una campaña de ateos agresivos contra las creencias religiosas, y que en otras sociedades, que no han salido de la Edad Media, el fanatismo se exprese con la violencia, es evidentemente condenable y detestable, pero esas expresiones de decadencia nada tienen que ver con el respeto que se debe a la dignidad y la libertad humana y con el respeto que merecen las religiones. Y el columnista debe saber que las religiones merecen respeto, primero, por referirse a Dios, Creador de la vida; segundo porque son, junto con la familia y los valores sociales, la esencia de las culturas, y tres, porque son expresiones propias de la personalidad humana debidamente centrada. Otra cosa son la intolerancia religiosa, las inquisiciones, la violencia fanática, el sectarismo y la cerrazón puritana, que son pecados y oscuridades del hombre y que no concuerdan con la bellísima verdad de que Dios es Luz y es Amor. Recordemos que, como decía el gran escritor español Azorín, “el respeto es la civilización”.