La elección de un jesuita latinoamericano como Papa, la máxima autoridad de la Iglesia Católica, deja ver que se avecinan cambios, pues varias normas protocolarias tradicionales del Vaticano que no han tenido variación alguna desde que fueron establecidas hace años, han sufrido ya cambios importantes. Francisco no ha querido utilizar el vehículo oficial, y ocupó el bus que transportaba a todos los cardenales. No usó los clásicos zapatos rojos que utilizan todos los papas cuando cambian sus vestiduras. Ha roto todas las normas de su seguridad personal, al haberse mezclado con los fieles que querían saludarlo y estrechar su mano, habiendo puesto en serios problemas a la guardia que se ocupa de seguridad del Santo Padre. Todo esto a más de otras manifestaciones que dicen de su sencillez, tienen fascinados a sus fieles y seguidores y hacen prever que se producirán cambios especialmente en la costumbres de la vida diaria en el Vaticano y quizá en los ritos religiosos de todos los días. Los reformistas, con seguridad estarán ya elucubrando sobre los cambios que solicitarán al Papa y se supone que habrán tomado en cuenta que los cambios que eventualmente se produzcan serán únicamente de forma y en ningún caso de fondo. Aspectos tales como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, que van contra la naturaleza, la disolución del matrimonio eclesiástico, el celibato y otros más, no podrán ser cambiados pues constituyen la vida misma, el ser y la esencia de la Iglesia Católica.